Canal RSS

Archivo de la etiqueta: Italia

INDISPENSABLE CONDUCTOR

Publicado en

15 de abril de 1991

Es admirable la capacidad de maniobra, adaptación y acomodamiento que la cultura política italiana permite al ejercicio del poder y a los movimientos para alcanzarlo y mantenerlo. Así como durante un periodo no muy lejano en los países latinoamericanos el “estado de excepción” era la norma, para toda la Italia de la posguerra se puede sostener que las “crisis de gobierno” son la mejor manera de evitar las crisis políticas, las de verdad.

Probablemente muchos italianos no alcanzaron ni siquiera a tomar pleno conocimiento de la crisis a raíz de la cual Giulio Andreotti se fue y Giulio Andreotti volvió, lo más seguro es que incluso sin haber movido sus objetos personales del escritorio del presidente del Consejo de Ministros.

Es fascinante la figura este político democristiano, cuya inteligencia para ver más lejos y desde más alto que cualquiera de sus “pares”, así como su capacidad de sobrevivencia política aún en las condiciones más complicadas le ha valido entre sus amigos y enemigos el apodo del Zorro, que en estos círculos ya es mucho decir.

El nuevo y el viejo jefe de gobierno de Italia, que encabeza ahora por séptima vez los destinos del país, ha participado en prácticamente todos los gobiernos de la posguerra, siendo nombrado ministro en más de 20 ocasiones y uno de los seis diputados que pertenecen ininterrumpidamente al parlamento desde 1948. Sin embargo, sorprende que haya podido eludir, el compromiso definitivo con alguna de las corrientes de la Democracia Cristiana (DC), y que no haya fundado tampoco ninguna propia, con excepción tal vez de la primavera introducida por él en los años sesenta, para administrar la herencia de su querido maestro Alcide de Gaspieri, pronombre de la DC al que le debió el inmenso favor de hacerlo en 1947 secretario de Estado en su consejería cuando apenas tenía 27 años de edad.

Ya sea como ministro del interior, de Finanzas, del Tesoro de la Defensa, de la Industria, del Comercio, del Presupuesto, o del Exterior (desde 1954); o cómo primer ministro en épocas tan disímbolas como las de los años de la amenazante inestabilidad 1972-73 (primero y segundo gobiernos), o las de los complicados años de restructuración de las alianzas internas de 1976-79, con el compromesso storico de por medio (tercero, cuarto y quinto gobierno), o incluso en actuales del ingreso del mundo al posmodernismo (en julio 1989 y abril de 1991, constituyó en su sexto y séptimo gobierno) Andreotti ha convencido al mundo entero y sobre todo a los italianos de algo que está completamente seguro: que es indispensable y sería muy buen Presidente de Estado, que es el único cargo que le falta ocupar en Roma, a menos que esté pensando en hacerse Papa.

En su extraordinaria trayectoria de antiguo y acérrimo enemigo de la apertura a los socialistas, a principios de los sesenta, a activo precursor de la línea de centro-izquierda y del compromiso histórico —sin que le costara la vida, como a Aldo Moro, principal impulsor del compromesso y el único que le ha podido “hacer sombra”— Andreotti ha construido las bases para ser el condotieri ideal de Italia en la época del derrumbe del socialismo, de la integración europea en marcha, de la posguerra fría, del tendencial unipolarismo y del nuevo orden internacional a la Bush.

En la política exterior, el férreo realismo y pragmatismo que caracteriza sus posiciones le ha permitido a Andreotti, por ejemplo, haber mantenido una línea —mientras esto fue posible— claramente contraria a cualquier sugerencia de unificación alemana, y sin embargo haber modificado sus conceptos en un santiamén para saludar esta unificación como Dios manda, y las condiciones lo exigen.

La verdad es que Andreotti tiene a la DC tomada por el cuello y no hay político de altura que se ponga enfrente por el momento. Incluso el ambicioso y vigoroso líder socialista Bettino Craxi ha tenido ya que convencerse de que sus planes de ser el próximo jefe de gobierno podrán hacerse tal vez con o sin Andreotti, pero no en contra de él. El secretario general de la DC, Forlani, y el líder de la “izquierda” democristiana, De Mita (derribado en toda forma de supuesto a favor de Andreotti, y “perdonada” su corriente para volver a participar en la gran política), están también convencidos de que por ahora no hay nada por hacer y más vale mantener las cosas en orden, dejando llegar una legislatura por vez primera en 20 años a su fina natural, sin anticipar nuevas elecciones parlamentarias.

No sólo para la DC, sino también para el “pentapartido” (democristianos, socialistas, socialdemócratas, republicanos y liberales), Andreotti se ha convertido en el garante del equilibrio en un país en donde —en contra de todas las apariencias— nada se aprecia tanto como el sano equilibrio de las fuerzas.

Los socialistas lograrán sus planes de convertir a Italia en una república presidencial mediante la reforma constitucional (que a estas horas debe estar más que pactada), para reducir así el papel del Parlamento —al margen del cual se hacen y deshacen gobiernos— y dar a la manera francesa el peso decisivo al cargo de jefe de Estado, cuyo candidato más fuerte ya puede empezar desde ahora a hacer su campaña.